Texto: Colosenses 2: 6-7 Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud.
Pensamiento del día: No es extraño que la Biblia constantemente utilice la naturaleza como símbolo de nuestro propio crecimiento espiritual; es un recordatorio de lo importante que es permanecer firmemente plantado y arraigado en Cristo.
Todos los seres vivos fueron creados para crecer. Es parte de la naturaleza que Dios diseñó dentro de su creación. Sin embargo, para que cualquier cosa crezca, debe tener nutrición y condiciones de crecimiento adecuadas. No es sorprendente, entonces, que la Biblia menciona la naturaleza como un medio para describir nuestro crecimiento espiritual y conexión con Jesús. Una y otra vez, vemos metáforas y simbolismos de plantas y árboles como una descripción clara de nuestra propia conexión con Cristo. Entonces, pensemos en ese símbolo por un momento.
Imagínate que decides plantar un árbol nuevo, hermoso y saludable en tu patio de enfrente. Al principio, te encanta cómo se ve y lo dejas allí durante una semana. Sin embargo, a medida que el sol se mueve, decides que probablemente se vería mejor en tu patio de atrás. Así que lo arrancas y lo mueves atrás. Pasa otra semana y, aunque, al principio, te gusto cómo se veía, te das cuenta de que no puedes obtener la mejor vista del árbol allí. Entonces, una vez más, excavas el árbol por completo y lo mueves de regreso al patio de enfrente. Y así, una y otra vez, mueves el árbol varias veces más arrancándolo de la raíz y plantándolo de nuevo. Finalmente, ese árbol que una vez fue hermoso, incapaz de mantenerse derecho, se seca y con un suave viento, se cae y muere.
Las raíces son una parte vital de la vida de una planta, así como, para el creyente, una conexión con Jesús es crucial para una conexión espiritual sana y completa con Él. Arraigarnos en Cristo nos permite estar completamente envueltos en Él para que podamos crecer y producir fruto. Nuestras raíces profundas permitirán un rico alimento para la madurez espiritual. Del mismo modo, al igual que una planta bien arraigada está completamente anclada en la tierra en la que habita, Jesús se convierte en nuestro fundamento sólido. No importa qué estación o tormenta enfrentemos, no nos marchitaremos ni nos caeremos.
Sin embargo, una planta que no está firmemente arraigada no podrá absorber la nutrición adecuada y sus raíces se debilitarán tanto que no tendrá la fuerza para crecer o llenarse de las riquezas de la tierra en la que habita; comenzará a marchitarse y derrumbarse al confrontar el más mínimo viento. De la misma manera, cuando constantemente nos desconectamos de Cristo, debilitamos nuestras raíces espirituales y las hacemos incapaces de captar plenamente la plenitud de la vida dentro de Él. La desconexión constante estanca nuestro crecimiento espiritual. Nos volvemos tan débiles que nos hacemos susceptibles a los desafíos y los cambios de estaciónes de la vida. En vez de estar anclados y estables, extrayendo el alimento que se encuentra en lo más profundo de una relación con Cristo --como un árbol firmemente arraigado en la tierra-- nos convertimos, como menciona Marcos 4:17, rápidos para apartarnos de la palabra, y de Dios. Finalmente, nos marchitaremos.
Es por eso que Cristo continuamente nos recuerda lo importante que es permanecer conectado a Él . Si anhelamos ver la plenitud de Dios en nuestras vidas, si queremos seguir obteniendo fuerza, valentía y todo lo que necesitamos para enfrentar esta vida en la tierra, debemos estirar nuestras raíces seguros en Él-- permaneciendo completamente y profundamente en todo lo que Él. es. Es solo habitando en Él y Él en nosotros que creceremos y daremos frutos buenos y saludables; separados de Él, como un árbol desarraigado, nada podremos hacer (Juan 15:5).
Oremos: Para que Dios fortalezca y provea todo lo necesario a aquellos que enfrentan dificultades después de las dificultades de la semana pasada.
Mi oración: Padre, gracias por tu bondad, fidelidad y amor en medio de esta semana pasada. Gracias porque, a pesar de lo que enfrentamos, siempre estás con nosotros. Permíteme constantemente estirar mis raíces más y más profundamente en Cristo para que puedas seguir siendo la fuerza que me sostiene en medio de cada circunstancia. En el nombre de Jesús, Amén.
Pensamiento del día: No es extraño que la Biblia constantemente utilice la naturaleza como símbolo de nuestro propio crecimiento espiritual; es un recordatorio de lo importante que es permanecer firmemente plantado y arraigado en Cristo.
Todos los seres vivos fueron creados para crecer. Es parte de la naturaleza que Dios diseñó dentro de su creación. Sin embargo, para que cualquier cosa crezca, debe tener nutrición y condiciones de crecimiento adecuadas. No es sorprendente, entonces, que la Biblia menciona la naturaleza como un medio para describir nuestro crecimiento espiritual y conexión con Jesús. Una y otra vez, vemos metáforas y simbolismos de plantas y árboles como una descripción clara de nuestra propia conexión con Cristo. Entonces, pensemos en ese símbolo por un momento.
Imagínate que decides plantar un árbol nuevo, hermoso y saludable en tu patio de enfrente. Al principio, te encanta cómo se ve y lo dejas allí durante una semana. Sin embargo, a medida que el sol se mueve, decides que probablemente se vería mejor en tu patio de atrás. Así que lo arrancas y lo mueves atrás. Pasa otra semana y, aunque, al principio, te gusto cómo se veía, te das cuenta de que no puedes obtener la mejor vista del árbol allí. Entonces, una vez más, excavas el árbol por completo y lo mueves de regreso al patio de enfrente. Y así, una y otra vez, mueves el árbol varias veces más arrancándolo de la raíz y plantándolo de nuevo. Finalmente, ese árbol que una vez fue hermoso, incapaz de mantenerse derecho, se seca y con un suave viento, se cae y muere.
Las raíces son una parte vital de la vida de una planta, así como, para el creyente, una conexión con Jesús es crucial para una conexión espiritual sana y completa con Él. Arraigarnos en Cristo nos permite estar completamente envueltos en Él para que podamos crecer y producir fruto. Nuestras raíces profundas permitirán un rico alimento para la madurez espiritual. Del mismo modo, al igual que una planta bien arraigada está completamente anclada en la tierra en la que habita, Jesús se convierte en nuestro fundamento sólido. No importa qué estación o tormenta enfrentemos, no nos marchitaremos ni nos caeremos.
Sin embargo, una planta que no está firmemente arraigada no podrá absorber la nutrición adecuada y sus raíces se debilitarán tanto que no tendrá la fuerza para crecer o llenarse de las riquezas de la tierra en la que habita; comenzará a marchitarse y derrumbarse al confrontar el más mínimo viento. De la misma manera, cuando constantemente nos desconectamos de Cristo, debilitamos nuestras raíces espirituales y las hacemos incapaces de captar plenamente la plenitud de la vida dentro de Él. La desconexión constante estanca nuestro crecimiento espiritual. Nos volvemos tan débiles que nos hacemos susceptibles a los desafíos y los cambios de estaciónes de la vida. En vez de estar anclados y estables, extrayendo el alimento que se encuentra en lo más profundo de una relación con Cristo --como un árbol firmemente arraigado en la tierra-- nos convertimos, como menciona Marcos 4:17, rápidos para apartarnos de la palabra, y de Dios. Finalmente, nos marchitaremos.
Es por eso que Cristo continuamente nos recuerda lo importante que es permanecer conectado a Él . Si anhelamos ver la plenitud de Dios en nuestras vidas, si queremos seguir obteniendo fuerza, valentía y todo lo que necesitamos para enfrentar esta vida en la tierra, debemos estirar nuestras raíces seguros en Él-- permaneciendo completamente y profundamente en todo lo que Él. es. Es solo habitando en Él y Él en nosotros que creceremos y daremos frutos buenos y saludables; separados de Él, como un árbol desarraigado, nada podremos hacer (Juan 15:5).
Oremos: Para que Dios fortalezca y provea todo lo necesario a aquellos que enfrentan dificultades después de las dificultades de la semana pasada.
Mi oración: Padre, gracias por tu bondad, fidelidad y amor en medio de esta semana pasada. Gracias porque, a pesar de lo que enfrentamos, siempre estás con nosotros. Permíteme constantemente estirar mis raíces más y más profundamente en Cristo para que puedas seguir siendo la fuerza que me sostiene en medio de cada circunstancia. En el nombre de Jesús, Amén.
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