Texto: Efesios 4: 22-24
22 Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; 23 ser renovados en la actitud de su mente; 24 y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad.
Pensamiento del Día: como una casa que lucha por sostenerse porque solo fue remodelada superficialmente, un creyente que no se ha transformado de adentro hacia afuera revelará que está mal equipado para recibir todo lo que Dios tiene reservado para sus vidas.
Cuando mi esposo y yo compramos nuestra casa, todo parecía nuevo; de hecho, muchas de las remodelaciones realmente lo eran. No se parecía nada a lo que era antes y muchas personas que habían visto la casa antes de ser remodelada comentaban cuánto se había transformado. Sin embargo, unos meses después de mudarnos, comenzamos a notar pequeños problemas con la electricidad. Siempre que teníamos que usar demasiada energía, las luces comenzaban a parpadear suavemente. Eventualmente, incluso una parte entera de la casa se quedó sin electricidad. No fue hasta una inspección más cercana que nos dimos cuenta de que, si, el exterior se había rehecho por completo, pero el interior se quedó con gran parte de su antigua infraestructura: su antiguo ser. Mientras que el exterior parecía perfectamente nuevo, el interior, el corazón de la casa, necesitaba bastante trabajo.
Muchas veces, vivimos nuestras vidas de manera similar. Podemos decir que hemos cambiado nuestros viejos hábitos después de venir a Cristo, pero la transformación fue superficial. Es posible que tengamos a todos convencidos de que hemos sido completamente transformados cuando, de hecho, no nos hemos ocupado de lo que hay dentro de nuestros corazones. Queremos que Dios nos bendiga y nos dé de Su abundancia, pero no estamos preparados para manejar la carga de responsabilidad que viene con cada bendición. Al igual que nuestra casa, la carga de todas las cosas que metimos dentro de ella lentamente hizo que mostrara su debilidad: tenía una apariencia hermosa, pero necesitaba trabajo serio en el interior. No estaba preparada para soportar todo lo que queríamos agregar. Si queremos que Dios derrame todo lo que ha preparado para nuestras vidas, significa que tenemos que aseguranos de que estemos listos y preparados desde nuestro interior.
Sin embargo, el problema es que la verdadera remodelación requiere trabajo. Es disruptivo, complicado y caótico. Significa entrar en lo profundo de una estructura para arrancar completamente lo viejo y renovar todo de adentro hacia afuera. Sin embargo, tal vez como aquellos que remodelaron nuestra casa, la idea de remodelar lo que hay dentro de nosotros puede parecer a la vez aterrador y abrumador porque significa abrir lo más profundo de nuestro interior para sacar todo lo que necesita cambiar. Significa exponer lo que está dañado, defectuoso, corrupto y roto. Significa rendir cuentas para asegurarnos de que la transformación que está en el exterior sea igualmente cierta dentro de nuestros corazones. Significa romper y quitar lo viejo para hacer todo nuevo.
Es por eso que Pablo nos recuerda en Efesios que debemos despojarnos de nuestro viejo ser y ser renovados, no solo superficialmente, sino desde adentro. Sus palabras nos recuerdan que esta remodelación y transformación es una decisión. Podemos optar por cambiar solo la superficie, ocupándonos solo de lo que es fácil de cambiar y lo que requiere menos trabajo. Por consecuencia, podemos parecer renovados y espiritualmente transformados a primera vista, pero cualquier carga pequeña demostrara nuestras debilidades internas . Por otro lado, podemos optar por renovar completamente nuestros corazones, espíritus y mentes--soportar el caos de la remodelación completa para una transformación verdadera. Así seremos hechos nuevos, hermosos y fuertes por dentro y por fuera. Cuando estos cambios comienzan desde nuestro interior, nos aseguramos de estar equipados y preparados para todo lo que recibiremos y todo lo que podamos enfrentar.
Oremos: para que Dios proteja a nuestra familia, amigos y a quienes nos rodean mientras seguimos navegando por esta crisis de salud.
Mi Oración: Padre, gracias porque continúas trabajando en todas las áreas de mi vida para que pueda ser verdaderamente transformado en Ti y por Ti. Que mi corazón esté abierto a todo lo que necesites cambiar o quitar, o transformar para que pueda estar lista para lo que tienes reservado. En el nombre de Jesús, Amén.
Comentarios
Publicar un comentario